¿En cuál contexto trabajas como un educador de arte?
Cristián G. Gallegos: Este año he sido invitado a ser curador pedagógico, en la XIII Bienal Internacional de Artes Visuales de Cuenca en Ecuador, a desarrollarse entre octubre-diciembre. La invitación responde a iniciar un área de educación y un macro-proceso en arte-educación a largo plazo, que vaya estructurando puentes de comunicación con la ciudadanía, las instituciones culturales existentes, formación y fortalecimiento de profesionales en arte-educación, espacios de diálogo y trabajo con profesores de primaria, secundaria y universitaria e intercambios y colaboraciones culturales con instituciones internacionales. Todo esto, con el objetivo de establecer una plataforma de trabajo coherente con las actuales características en la ciudad de Cuenca.
¿Con quién trabajas?
CG: La propuesta a realizar en la Bienal (según la pregunta anterior), busca instaurar espacios horizontales de diálogo e intercambio teniendo al arte, la educación y la cultura como contextos fundamentales, a los artistas, profesores, estudiantes, las instituciones culturales y en general la ciudadanía, como constructores de un proceso que propondrá conceptos, lenguajes y experiencias para establecer etapas que favorezcan el conocer-aprender de forma autónoma y libre. En este sentido, la idea es trabajar como un equipo base desde la bienal, junto al director ejecutivo de la Fundación Bienal el escritor y curador cuencano Cristóbal Zapata y el curador de artes, que para esta edición es el norteamericano Dan Cameron.
¿Cómo describirías tu entendimiento de la educación del arte?
CG: Quisiera centralizar la respuesta en la curaduría pedagógica o educativa, la cual entiendo como una praxis que se basa en la construcción de procesos creativos-educativos con los públicos, como un lugar para la experimentación de actividades integrando acciones pedagógicas con los artistas e incluso proponer algunos que potencien el marco curatorial, trabajar a partir del arte como un constructor de instancias para conocer-aprender, buscando la producción de experiencias significativas con los diversos públicos que asisten a la exposición, siendo esto un espacio de integración en un trabajo horizontal con la curaduría en arte, así como también un lugar de intercambio, reflexiones y colaboración con el equipo de educación.
¿Cómo describirías la relación entre educación y arte?
CG: No sabría como describirlas de forma específica, menos definirlas ya que sería construir una trampa poco válida, puesto que al momento de aplicar esa definición, seguramente ya cambió. Arte y Educación, más bien las entiendo como dos preguntas abiertas y a su vez recíprocas, que posibiliten una contextualización, como también una movilidad a quién desee generar respuestas: ¿El arte puede ser un proceso de la educación? ¿La educación puede ser un proceso del arte?
¿Por qué tratas de mediar el arte (contemporáneo)?
CG: La mediación en arte la comprendo como un proceso creativo-educativo, que busca construir relaciones contextuales entre la obra de arte y los públicos, la que alejada de guiones estandarizados o monólogos construidos por el curador de la exposición (como si fuese un espacio de traducibilidad), busca producir reflexiones y análisis junto a los públicos, generando experiencias únicas e irrepetibles con el arte. Existe un juego de atemporalidad en la mediación que me interesa, es cuando trabaja fuertemente con el diálogo como herramienta que produce instancias de intercambio coloquial o cotidiano, entre la actualidad y el tiempo de producción de la obra, el proceso de trabajo del artista, su contexto social y/o político. Ahí creo se genera un puente que de alguna forma exhibe la potencialidad del arte, a través de sus lenguajes que nos invitan analizar y no tan sólo percibir a la sociedad, es acá donde la mediación juega un rol fundamental con los públicos.
¿Por favor describa cual es, en su opinión, la relación entre el funcionamiento como un conservador/curador y un educador de arte?
CG: Una relación la cual sería óptima, es que se centraran en analizar conjuntamente, el como construir procesos de comunicación entre los públicos y el arte, los cuales permitan ver a la institución cultural, específicamente al museo, como un lugar que incentiva la construcción de experiencias que impulsen reflexiones y pensamiento crítico, analizando los diversos estados en los que vivimos a diario como sociedad. Eliminar las diferencias o importancias políticas que tienen estas labores en el mundo del arte, permitiría ver concretamente cual es la importancia del arte y la educación en un trabajo conjunto y colaborativo, lo que de alguna forma se alejaría de esa sensación (o en algunos casos realidad), que el arte es elitista y la educación es solo enseñanza o conductista.
¿Qué importante son la educación y la mediación del arte para un museo y/o una bienal?
CG: Entender al museo solamente como un espacio que investiga, colecciona y exhibe o una bienal, como un evento que busca “lo nuevo” en el arte, es resignarnos a creer que son lugares limitados en aportarnos a ver y reflexionar al mundo, desde diversas perspectivas. Hoy la educación y la mediación, las entiendo como fundamentales en esos espacios, ya que tienen la importante labor de construir procesos de conocer–aprender (alejado de la idea de enseñar) y proporcionar experiencias con el arte, estableciendo la necesaria comunicación que creo debe tener un museo o una bienal con los públicos que recibe. En este sentido, aquellos lugares debiesen establecer a través de la educación y la mediación del arte procesos de experimentación, invitando a los públicos ser partícipes de aquellos procesos.
¿Qué instituciones proporcionan la oportunidad de hablar de nuestra experiencia personal con/respectivo el arte?
CG: Dos instituciones en América Latina que por su trabajo en el territorio y con las comunidades, teniendo al arte y la educación como ejes centrales en la construcción de experiencias relevantes, son el Museo de Antioquia en Medellín, Colombia y el Museo de Arte de Río (MAR) en Río de Janeiro en Brasil.
El primero, cuenta con un programa de públicos que presenta un equipo multidisciplinario de profesionales (artista visual, antropólogo, ingenieros, matemáticos, etnólogo, educadora infantil, médico forense, músico, economista, bailarín, entre otros), para desarrollar un programa que explora el territorio, generando itinerancias que apuestan por el arte y la cultura como un medio de transformación social, en donde estos no son un fin, sino un medio. Hace unos años, al conocer uno de sus programas realizados con las comunidades, el cual construyo jardines ornamentales con la idea de generar un lugar de acogida a esta comunidad, la que había sido desplazada desde el campo a la ciudad siendo hacinadas en departamentos de reducido espacio. Observo que a través de este proceso, el cual surge desde la comunidad, es decir, no se impone desde la institución cultural, sino más bien encuentra y acuerda entre todos los actores, logran establecer diálogos que permiten acceder a través de la experiencia cotidiana, a los lenguajes específicos del museo como son la colección, exposición, establecer procesos de investigación o incluso mantención de sus colecciones.
En el caso del MAR, que presenta una construcción de trabajo horizontal y en igualdad de condiciones entre Artes Visuales Contemporáneas (y cultural visual) & Educación. Eso es observable desde la composición arquitectónica, donde en dos edificios cada uno se dedica a una de las disciplinas antes mencionadas, en un trabajo mancomunado y en constante proceso de investigación. En el edificio definido como Escuela, se desarrollan núcleos de acción que abordan trabajo con estudiantes y profesores, una línea de intercambio con universidades, acciones con el barrio cercano a la institución o trabajo con comunidades lejanas. Estas actividades responden a la producción de exposiciones existentes, teniendo la libertad de proponer acciones o análisis específicos que permiten ampliar las reflexiones con los públicos. Su metodología es la construcción colectiva de programas y acciones definidas con los públicos en un proceso de diálogo abierto, lo cual exige una constante preparación del equipo para enfrentar sus actividades, teniendo jornadas de capacitación todas las semanas y un completo fortalecimiento de áreas a partir de la programación.
Ambas instituciones llevan un proceso de trabajo que a mi parecer, es una la forma horizontalizada de relacionarse con sus contextos, transformándose en un actor más que se presenta abiertamente a realizar diversas acciones “con los públicos” -no para los públicos, con una posición paternalista o verticalizada controlando un conocimiento específico a ser enseñado exclusivamente por ellos-, lo cual permite construir otras dinámicas de trabajo que logran ver en la cotidianeidad la importancia del arte, la educación y la cultura en la ciudadanía.
¿Hasta qué punto hace enseñar/mediar que el arte proporciona la oportunidad a acciones concretas para el publico/la audiencia?
CG: Creo que pensar la mediación como un método de enseñanza del arte, genera automáticamente una distancia con los públicos, puesto que supone alguien que sabe y otro no. Más bien entiendo la mediación como una oportunidad de debatir a partir del arte, reflexionar sobre sus procesos e incentivar el pensamiento crítico. Si hubiese que identificar una acción concreta, creo es la posibilidad de ser unos cuestionadores a partir del desarrollo de una observación aguda, invitándonos a olvidar un tipo de simplismo social y cultural, que a diario se percibe por los medios de comunicación.
¿En tu opinión personal, cuáles son los criterios para mediar con éxito el arte? ¿En tu punto de vista, qué es sobre todo difícil sobre ello?
CG: Sinceramente no creo que exista una fórmula específica para conseguir éxito en la mediación artística, ya sólo el éxito es relativo. Entiendo que son diversos los factores que influyen, para su realización y la construcción de una experiencia única e irrepetible, pero principalmente, son las características de la persona quién realiza la mediación, su capital cultural e incluso su formación que no necesariamente pueden ser de arte o educación. Lo que si puedo identificar, es la necesidad de una preparación exhaustiva y diversa que permita generar autonomía en el ejercicio de mediar el arte, esto permitiría alejar a la mediación del monólogo o el guión pre-establecido, que solamente apunta a la repetición sin un sentido positivo.
¿Has desarrollado un método especial o una estrategia innovadora con la cual trabajas?
CG: Desde que inicie el trabajo de educación en museo, creí fuertemente que estos espacios por sus características, son otro lugar para educar, un lugar donde se puede construir experiencias de calidad, generando espacios de conocimiento horizontalizado, libre y de autonomía para los públicos. Para esto, revise varias metodologías pedagógicas y observé en los aprendizajes significativos del psicólogo norteamericano David Ausubel, la importancia del poner en juego los conocimientos previos que tiene la persona, para con eso relacionarlos a otros nuevos y hacer que ambos signifiquen en su estructura cognitiva, lo que posibilita generar un nuevo nivel de conocimiento. Esto fue trabajado para ser adaptado al museo como ejercicios pedagógicos y relacionarlos con las obras de arte a partir de la cotidianeidad desde donde surgían esas obras. Así nos permitió construir un puente de relaciones, desde los públicos y sus propias experiencias cotidianas hacia el espacio de reflexión del arte.
Pero para esto, creo que lo fundamental (y en eso focalizo el trabajo hoy), es establecer espacios de comunicación abierta, donde el diálogo es central para el desarrollo de experiencias que aproximen al arte, desde el espacio cotidiano. Una practica reciente de esta idea, fue lo desarrollado en la decima Bienal del Mercosur (2015), donde por medio de su programa educativo potenciamos el trabajo a través de la “pedagogía dialogante”, desarrollada hace unos años por el colombiano Julián de Zubiría Samper en el libro “Los modelos pedagógicos”, hacia una pedagogía dialogante, el cual plantea en términos generales, que como fin último de la educación es centrarse en el desarrollo del estudiante más que solamente la adquisición de conocimiento, donde su objetivo principal sería la interdependencia integral y sucesiva de las tres dimensiones del ser humano: la cognitiva o analítica, la afectiva y la dimensión enfocada en la praxis. En esta metodología, la cultura juega un papel fundamental para su construcción, ya que según el autor aquella “incide sensiblemente al sujeto dotándolo de herramientas, preguntas, conceptos, actitudes y sentimientos.” En el caso del programa en la bienal, aquello permitió establecer espacios de investigación, debate-intercambio y pensamiento, produciendo procesos de autonomía con el objetivo de construir reflexiones críticas y procesos inclusivos, como una forma de incentivar la participación activa en el campo del arte y la educación, a quienes fueron los integrantes anónimos de esta edición, es decir los públicos. Para centrarnos objetiva y públicamente, se presenta el rol de “dialogante” a partir de esta metodología, el que es insertado en la curaduría (Dialogante-Curador) y también al equipo de mediación, siendo la labor de los dialogantes-mediadores durante esta edición, crucial en la construcción de relatos y experiencias con los públicos, para con eso, intentar invertir la carencia de comunicación e interferencia dialógica existente (traducidos comúnmente como monólogos o guiones preestablecidos), en el desarrollo del trabajo con los públicos en los espacios de exposición.
En resumen, no veo esto como una nueva metodología, sino más bien el trabajar aspectos cotidianos simples y directos, los que son volcados hacia el espacio de la institución cultural para la construcción de experiencias a partir del arte y la educación, trabajando con el capital cultural que posee cada persona surgido a partir de su experiencia de vida, lo que es entendido como una posibilidad de construir nuevos espacios de diálogo, análisis y reflexión.
¿En que sigues trabajando en este momento?
CG: Como fue comentado al inicio de la entrevista, este año el aspecto central será el desarrollo del programa educativo en la XIII Bienal de Cuenca, que instaura por primera vez en su historia la curaduría pedagógica. Este aspecto es interesante, puesto que un antecedente de trabajo del curador pedagógico es Brasil, siendo la Bienal del Mercosur realizada en la ciudad de Porto Alegre, que desde su sexta edición en 2007 instaura este perfil al mismo nivel de importancia que la del curador de arte, iniciando una nueva relación entre las artes visuales, la educación y los públicos. En este nuevo proceso que se instaura a través de la curaduría pedagógica, se propone producir un gesto que cambie paradigmas en lo que sido la Bienal de Cuenca hasta el momento, un gesto que tiene un rigor político, artístico-educativo y busca centrar este nuevo horizonte de trabajo, con una coherencia a las características culturales de la ciudad de Cuenca. Esto esperamos sea un proceso largo y atemporal, que se valga del trabajo entre bienales, para así potenciar y visibilizar sus acciones en cada edición.
Otro proceso para el cual estoy trabajando, es la consolidación de la Red de Pedagogía de Museos Latinoamérica, donde con sus miembros nos interesa centrarnos en diversas actividades de formación, edición y conformación de intercambios entre países en el área de educación en museos o instituciones culturales. Un aspecto central que nos mueve, es cómo construir una especificidad identitaria del trabajo en esta área, respetando las diversidades existentes en los contextos de cada país miembro de la RED, así creemos se podrá entender la importancia de tener un perfil en red a partir de nuestras realidades y características, diferenciando por ejemplo de la mediación cultural francesa o la pedagogía en museos o mediación crítica alemana, que llevan años reflexionando su metodología a partir de sus características y especificidades culturales.
¿Cuál libros, proyectos etc. eran/son importantes para tu trabajo – y por qué?
CG: Las inquietudes e intereses responden generalmente a mi formación de artista, que luego se moldearon a la de educador. Es por eso quizás, que las lecturas son diversas y generalmente responden a la investigación contextual que realizo en cada proyecto. Autores como Jacques Rancière en sus libros “El reparto de lo sensible”, “El espectador emancipado” y principalmente “El maestro ignorante”, los veo como base para una reflexión desde un principio de autonomía en el campo de la educación y las artes. En este sentido, también me gusta un libro de Paulo Freire llamado “Política y Educación”, que profundiza la importancia de la colaboración en todos los actores, para el ejercicio de la educación, el cual finalmente es manifestado por Freire desde la perspectiva de un gesto político emancipador. Los textos de Luis Camnitzer, por ejemplo “La enseñanza del arte como fraude” y “Hacia una teoría del arte boludo” son de una lucidez y reflexión contextual del arte y la educación, que desde mi perspectiva, impulsan a replantearnos y preguntarnos en cada momento, cual sería el rol del arte y que papel cumple la educación cuando se piensa en un contexto específico de trabajo, como para no caer en canones generales o proyectos prototipo que simplemente no dialogan. Otra lectura que de alguna forma integra procesos de trabajo, son los libros de Néstor García Canclini como “Culturas Híbridas, estrategias para salir y entrar en la modernidad” y “Consumidores y Ciudadanos, conflictos multiculturales de la globalización”, los que fueron escritos en la primera mitad de los años 90, resultan muy previsores en asuntos sociales, comunicacionales y culturales instaurados hoy, que ayudan a entender códigos y leer contextos establecidos por los mass media, la globalización, el traspaso estratégico de comprender el rol ciudadano al de consumidor, entre otros. Por último, una lectura que me tiene muy entusiasmado por su forma de comprender estratégicamente, el como estamos envueltos en un “poder inteligente”, que guía nuestras decisiones, gustos y cercanías con el mercado (por ejemplo), haciéndonos creer que son elecciones en plena libertad, pero de verdad es el sistema que manipula y delinea esa libertad, como una forma de control -tristemente para nosotros- sin límites, es el libro “Psicopolítica, neoliberalismo y nuevas técnicas de poder” del filósofo surcoreano Byung-Chul Han.
En general, estas lecturas han sido la base de los proyectos que he desarrollado los últimos años, las retomo cada vez y encuentro que han sido fundamental para la construcción de propuestas en arte-educación, ya que me ayudan a percibir la importancia de la cotidianeidad al momento de estructurar líneas metodológicas en diversas acciones pedagógicas, como también, tratar siempre de no caer en una literalidad como si fuese una traducción del arte, ya que así, es difícil instaurar preguntas o construir procesos de reflexión, análisis e intercambio.
¿Hay una pregunta especial la cual te gustaría preguntar a un educador de arte?
CG: Veamos; preguntaría a un educador ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del curador? A un curador ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del mediador de arte? Al mediador de arte ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del educador? Al educador ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del mediador de arte? al mediador de arte ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del curador? Y al curador ¿cómo se relaciona en su trabajo con la praxis del educador?
Estas preguntas buscan básicamente, conocer como estos agentes se relacionan desde su trabajo con el otro, es decir, buscar la posibilidad del trabajo con el otro de forma natural y a su vez, recíproca en el contexto cultural.
¿Cómo imaginarías el futuro de la educación/mediación del arte?
CG: Últimamente, por diversas circunstancias y procesos personales, he creído que el futuro es ahora, ya que dudo profundamente del tiempo y en especial del tiempo-material en el cual estamos envueltos como sociedad, puesto que ese tiempo es falso, hipócrita y manipulador. Es por esto que imaginar algo para después, se relaciona directamente del como enfrento un trabajo en arte-educación desde un contexto específico hoy, donde su proceso, metodología y estrategia permiten establecer ejercicios atemporales, que es finalmente, como entiendo una de las posibilidades que otorga el arte y la educación.
Cristián G. Gallegos (*1976, Santiago, Chile) es arte-educador/curador pedagógico. Entre 2009-2015 fue Coordinador de la Unidad de Educación del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) en Santiago, Chile. Entre los últimos trabajos realizados con el equipo del museo destacan: Diálogos a través de la ventana, visitas virtuales a las exposiciones del MAC (2013 y 2014), Reordenamientos, programa educativo elaborado junto al artista Luis Camnitzer, a propósito de su exposición en el museo (2013), Ven al MAC a convertir tu chatarra en Arte (2012). En 2015, fue Dialogante – Curador del Programa Educativo de la 10ª Bienal del Mercosur Mensajes de una Nueva América realizada en la ciudad de Porto Alegre (Brasil) entre los meses de octubre-diciembre. Actualmente, es Curador Pedagógico de la 13ª Bienal de Cuenca Impermanencia, a realizar en dicha ciudad del Ecuador, entre los meses de octubre-diciembre del 2016. Ha participado en diversas mesas, conferencias y encuentros nacionales e internacionales sobre educación en museos y arte-educación. Ha sido profesor en distintas Universidades del país, desarrollando clases de artes visuales contemporáneas y arte-educación en instituciones culturales, siendo invitado a realizar talleres y workshops a nivel nacional e internacional en ciudades como Arequipa, Atacama, Coquimbo, la Serena, Lima, Porto Alegre, Medellín, Montevideo, entre otras. Es miembro fundador de la Red Pedagogía de Museos Latinoamérica integrando los encuentros Latinoamericanos de Pedagogía en Museos organizados por el Goethe-Institut realizados en Quito, Medellín, La Paz y el último colabora junto a la Fundación Bienal Mercosur, en Porto Alegre (2011-2015).
Imagen: © Cristián G. Gallegos
Entrevista: Cynthia Krell